Contando nuestros días y haciéndolos contar
Contando nuestros días y haciéndolos contar
Lectura de hoy: Salmo 90
Lectura clave:
Salmo 90:12 (NVI). “Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestro corazón adquiera sabiduría.”
Enseñanza:
Si supieras que solo te queda una semana de vida, ¿cómo pasarías tu tiempo?
Al escuchar esta pregunta, hace casi treinta y siete años en una clase de estudio bíblico, todavía recuerdo una sensación solemne mientras estas palabras me cubrían. Nuestras respuestas colectivas y reflectivas producen temas comunes. Repararíamos relaciones destrozadas, expresaríamos amor y apreciación a otros y compartiríamos las buenas noticias de Jesús con los no creyentes.
Cuando nuestra líder cerró el estudio, nos pidió que reflexionáramos en nuestras respuestas y que después nos preguntáramos: ¿Por qué no hacemos estas cosas?
El Salmo 90, escrito como una oración, capta maravillosamente el deseo de los israelitas de usar sabiamente lo que les queda de tiempo. Citando a Moisés como el autor, muchos estudiosos creen que este Salmo viene de Números 14:20-35. Por sus pecados de incredulidad, quejas y rebelión, Dios sentenció a los israelitas a cuarenta años de vagar por el desierto, tiempo en el que la generación actual moriría. Sólo sus hijos entrarían a la Tierra prometida. Escrito para su uso diario en este tiempo de estar vagando, el salmo identifica la clave de vivir vidas llenas de propósito y libres de lamentaciones.
La oración abre estableciendo a Dios como un hogar y refugio para Su gente debido a Su eterna e incambiable naturaleza (vv. 1-2). Contrastando duramente la inmortalidad de Dios, Moisés ilustra la fragilidad y brevedad de la vida humana (vv. 3-6). Enfrentando esta mortalidad, los israelitas expresan profundo pesar por sus pecados, lo que causó la invocación de la ira y furia de Dios. (vv. 7-11).
Así como los israelitas, nosotros también podemos lamentar el tiempo que hemos pasado en rebelión hacia Dios. Pero es así de común también que nuestros corazones se quebranten hacia lo que no hemos podido hacer. El amor que no hayamos expresado, o el tiempo que no hayamos pasado con las personas que amamos.
Arraigados en lamento, los israelitas suplicaban a Dios que les enseñara a contar sus días (v.12). Cuando entendemos que nuestros días son preciosos y pocos, aprendemos a aprovecharlos al máximo. Un corazón sabio establece las prioridades correctas.
El resto de la oración hace tres peticiones a Dios: que se aleje de su ira (vv. 13-14), que bendiga a sus hijos (v. 16), y que establezca la obra en sus manos (v. 17).
El pedir a Dios esta obra, revela un deseo de hacer que nuestro tiempo cuente. Para los israelitas, esta obra puede haber sido la de impartir los mandamientos de Dios a sus hijos para que ellos no se perdieran las bendiciones de Dios (Deuteronomio 6:6-9). Nuestra obra puede ser la de buscar el llamado que Dios nos ha dado (Efesios 2:10).
La verdad es que ninguna de nosotras sabe su número exacto de días. Aunque el total de nuestros días puede variar, cada una tenemos 24 horas para gastar cada día. Cómo escogemos pasar esas horas, depende de la sabiduría que recibimos de Dios.
En el Nuevo Testamento, Pablo resalta la importancia de hacer que nuestros días cuenten:
Así que tengan cuidado de su manera de vivir. No vivan como necios, sino como sabios, aprovechando al máximo cada momento oportuno, porque los días son malos. (Efesios 5:15-16 NVI)
Como cristianas siempre sentiremos el jalón de este mundo quebrantado. Abundan las tentaciones de despilfarrar nuestro tiempo en cosas insignificantes y de este mundo. Es por esto que Pablo nos recuerda que debemos ser cuidadosas y debemos tomar decisiones sabias, que van a honrar al Señor.
La frase “aprovechando al máximo cada momento oportuno” puede también ser interpretada como “redimiendo el tiempo”. Redimir el tiempo en este contexto, significa aprovechar cada momento tomando ventaja de la oportunidad que presenta ese momento. El tiempo verdaderamente es un regalo de Dios. Al no saber cuánto tiempo hemos recibido, necesitamos honrar al Señor gastándolo sabiamente.
Reflexionar en nuestra mortalidad puede ser incómodo. Aún así cuando lo hacemos, obtenemos perspectivas esenciales para guiar nuestras vidas con mayor propósito y menos lamentos.
Aplicación:
En Salmo 90:12 los israelitas le piden a Dios que les enseñe a contar sus días. ¿cómo hacemos eso?
Nos dan una pista en el versículo 10, donde aprendemos que nuestros días pueden llegar a los setenta u ochenta años. De acuerdo a la expectativa de vida actual, ochenta años es un buen estimado.
Dado un promedio de expectativa de vida de ochenta años, cada una tenemos 29,200 días.
Lo siguiente es que debemos calcular el número de días que ya hemos vivido. Empezamos tomando el número de nuestra edad y la multiplicamos por 365. Para mí ese número es de 21,535 (59 años X 365 días). Ahora contamos el número de días desde nuestro último cumpleaños. El mío suma 220 días. Cuando sumo estos dos números (21,535 + 332), me da 21,867.
Para calcular el número de días que me quedan, simplemente sustraigo 21,867 de 29,200. El número de días que me quedan es 7,333.
Honestamente, me retuerzo cuando veo ese número-se ve muy pequeño. Lo cierto es que el verdadero número de días puede ser más o menos, sólo Dios lo sabe. Su soberanía me trae mucha paz. Este ejercicio de contar mis días me motiva a hacer que mis días cuenten.
Respuesta personal:
Mientras reflexiono en lo que me queda de días, ansío utilizarlos sabiamente. Recientemente, las noticias del desánimo de un amigo me lastimaron el corazón. De repente me di cuenta de qué tan seguido menciono mi aprecio por su trabajo a otras personas. Pero no se lo estaba diciendo a él directamente. No puedo dejar de preguntarme cómo mis palabras de ánimo pudieron haberle ayudado. Desafortunadamente, me di cuenta que las oportunidades perdidas, como esta, pasan muy seguido. Ahora, voy personalmente a agradecerle por su servicio y voy a compartir cómo me ha impactado. También voy a hacer mi meta el animar a otros por su trabajo en el Señor.
Piensa en las personas en tu vida. ¿Tienes relaciones que necesitan ser reparadas? ¿Quién en tu vida necesita ánimo? ¿Ha puesto Dios a alguien en tu camino que necesita escuchar el Evangelio de Dios? ¿Qué vas a hacer para que hoy cuente?
Oración:
Padre, gracias por tu soberanía. Sabemos que nuestros días limitados están en tus manos. Por favor guíanos con tu sabiduría, para que podamos aprovechar al máximo cada día. En el nombre de Jesús, Amen.
Shirley Desmond Jackson ha sido discípula de Cristo por treinta y ocho años. Como miembro original de equipo misionero de París, ayudó a plantar la iglesia y sirvió a la congregación por cinco años. Tras regresar a los Estados Unidos, se casó con su mejor amigo Mark. Ellos ahora tienen tres hijos adultos y un yerno.
Después de haber sido muchos años profesora de preescolar, ahora sirve como Coach internacional para el sistema de escuelas públicas de Nevada. Especializándose en instrucción literaria, trabaja con profesores para mejorar la educación de todos los estudiantes.
A través de los años, ha escrito muchos estudios bíblicos para charlas y grupos pequeños. Adicional a eso, ha presentado lecciones bíblicas a grupos grandes de mujeres en su iglesia.
Llena de agradecimiento, Shirley escribe apasionadamente acerca de las lecciones de vida que ha aprendido siguiendo a Jesús en: www.ShirleyDesmondJackson.com
Shirley Desmond Jackson
Shirley Desmond Jackson ha sido discípula de Cristo por treinta y ocho años. Como miembro original de equipo misionero de París, ayudó a plantar la iglesia y sirvió a la congregación por cinco años. Tras regresar a los Estados Unidos, se casó con su mejor amigo Mark. Ellos ahora tienen tres hijos adultos y un yerno.
Después de haber sido muchos años profesora de preescolar, ahora sirve como Coach internacional para el sistema de escuelas públicas de Nevada. Especializándose en instrucción literaria, trabaja con profesores para mejorar la educación de todos los estudiantes.
A través de los años, ha escrito muchos estudios bíblicos para charlas y grupos pequeños. Adicional a eso, ha presentado lecciones bíblicas a grupos grandes de mujeres en su iglesia.
Llena de agradecimiento, Shirley escribe apasionadamente acerca de las lecciones de vida que ha aprendido siguiendo a Jesús en: www.ShirleyDesmondJackson.com