Historia por: Yosahandi Angelica Vega
Story of Yoshi Vega. This article is also published here in English. Please scroll down to view the English version.
Historia por: Yosahandi Angelica Vega Permíteme contarte cómo Dios me ha mostrado su bondad de principio a fin. Estuve casi un año con diferentes síntomas en mis vías respiratorias, acudí con distintos especialistas de la medicina, me hicieron muchos estudios y aún no podían encontrar el diagnóstico. Sentí en mi cuerpo cómo la enfermedad avanzaba y no había nada que hacer, no tenía medicación ni tratamiento que me hiciera sentir mejor o que me diera la esperanza de sanar. Una noche no podía dormir, me sentí muy angustiada y sentí miedo, algo me decía que la enfermedad era grave y que la batalla iba a ser muy fuerte, necesitaba pedir ayuda. Recientemente había leído la historia de los 4 amigos que llevan a su amigo paralítico ante Jesús para que sea sanado (Mc. 2.1-12), así que mandé un mensaje a 4 amigas que Dios me ha dado en mi caminar como discípula y les dije que necesitaba ayuda, que necesitaba que me cargaran, que no podía más, que teníamos que luchar espiritualmente. Decidimos ayunar y comenzar una cadena de oración todas las noches, junto a mi esposo y mi familia. Estoy segura de que Dios me estaba preparando para la batalla. Una semana después se encontró la enfermedad y teníamos el diagnóstico, Linfoma Nasal, Un tipo de Cáncer muy agresivo y raro. Lidiar con la idea de tener una enfermedad grave y que pone en peligro mi vida no fue nada fácil. Como hija de Dios la muerte no me representaba algo de que temer, sabía que si me tocaba dejar este mundo sería para mí ganancia, pues por fin estaría reunida con Dios, mi gran amor. Pero me dolía en el alma pensar en el dolor que mis seres queridos tendrían que sufrir; mis padres y hermana, pero principalmente mi esposo, me partía el corazón pensar que existía la posibilidad de que el amor de mi vida quedara solo, viudo a los 33 años de edad. En oración, entregué todo a Dios, reconocí que yo no era dueña de nadie, que mi amado pertenecía a Dios. Reconocí que yo no era indispensable y que Dios cuidaría de Él. Más adelante me informaron sobre los daños que causa la quimioterapia, uno de ellos es esterilidad, los químicos dañan definitivamente los óvulos. Como era necesario iniciar lo antes posible no había tiempo para resguardar óvulos, así que hicimos un tratamiento alterno que brinda un poco de esperanza, pero las probabilidades de embarazo después de enfrentar un tratamiento así son pocas. Mi esposo y yo tenemos el deseo de tener hijos y formar una bella familia, esta noticia fue difícil de sobrellevar, pero aprendimos a confiar en la benevolencia de Dios y sus planes para nuestra vida. Unos días antes de comenzar el tratamiento, estudiando el libro de Éxodo me llamó la atención ésta escritura: Adora al Señor tu Dios, y él bendecirá tu pan y tu agua. “Yo alejaré de ti la enfermedad, y haré que no mueras antes de tiempo. No habrá en tu país ninguna mujer que aborte o que sea estéril. Ex.23:25-26 Me sorprendió que hablara de los tres aspectos de los cuales yo estaba angustiada: enfermedad, muerte y esterilidad. Y sentí que Dios me estaba diciendo que Él se interesaba por mí, que estaba muy al pendiente de mí y sabía lo que mi corazón sentía, que no me preocupara por nada, Él se encargaría de todo. Esto me llenó de mucha paz, Dios bendecirá mi pan y mi agua. Pronto llegó una gran bendición de Dios: mi familia pudo viajar desde México hasta Buenos Aires para estar conmigo en este proceso. Al conseguir los boletos de avión a una cuarta parte del precio habitual, fue posible tener a mi familia cerca. Mis padres se quedaron por dos meses y Dios me regaló dos increíbles semanas con la compañía mi hermana, mi cuñado y mis dos bellos sobrinos. Experimenté de ese amor, consuelo y contención que solo la familia puede dar. Definitivamente un regalo invaluable de mi Padre celestial, alabo a mi Dios por tan bella muestra de su poder y su tierno amor. El tratamiento no fue nada fácil, al ser un cáncer agresivo el tratamiento también fue agresivo. Viví momentos de fortaleza y otros de debilidad. El malestar me impedía concentrarme, orar o leer mi biblia. Mi esposo me leía y oraba por mí cuando yo ya no podía más. La fe se me escapaba entre tanto sufrimiento y confusión. No entendía nada y me sentía angustiada por mi falta de fe. Mi esposo y mis amigos, hermanos fieles en Cristo, me ayudaron a pasar estos momentos, mostrándome que lo que estaba viviendo era tan fuerte que me tenía en ese estado, pero que pronto pasaría y podría ver las cosas con claridad de nuevo. En todo momento, mi esposo y yo, sentimos a Dios siempre cerca, contestando claramente nuestras oraciones. Recibí mucho amor y apoyo de la iglesia, de mi familia, de compañeros y amigos. Dios siempre estuvo conmigo; los días en el hospital, las noches sin dormir, contado mis lágrimas de dolor, escuchando a los médicos, recibiendo la quimioterapia, recibiendo la radioterapia, en cada estudio médico, en todo lugar y en todo momento, riendo o llorando conmigo, siempre conmigo. Viví los Salmos en carne propia, sintiendo el refugio y el tierno cuidado de Dios en medio de una tormenta de sufrimiento. Hoy en día la prueba no ha terminado, pero confío en Dios que nunca me ha dejado ni nunca me dejará. Aunque pase por el más oscuro de los valles, no temeré peligro alguno, porque tú, Señor, estás conmigo; tu vara y tu bastón me inspiran confianza. Salmos 23:4 -----------------------------------------------------------------
ENGLISH Part: Joy Gabriella Garcia - Gabriela Pelaez. Edition: Erin Schroeder Allow me tell you how God has shown me his goodness from beginning to end. I spent almost a year with different symptoms in my nasal passages. I went to different medical specialists, did many studies and still couldn't find a diagnosis. I felt as though the disease continued to progress but there was nothing that could be done. I had no medication or treatment that made me feel better or that gave me the hope of healing. One night I could not sleep. I felt very distressed and fearful; something told me that the disease was serious and that the battle was going to be very strong. I needed to ask for help. I had recently read the story of the four friends who bring their paralytic friend to Jesus to be healed (Mark 2:1-12), so I sent a message to four friends that God has blessed me with in my walk as a disciple. I told them that I needed help, that I needed to be carried, that I couldn't do more and that I needed them to fight alongside me spiritually. We decided to fast and start a prayer chain every night, together with my husband and my family. I am confident that was God preparing me for battle. A week later, the disease was diagnosed as Nasal Lymphoma, a very aggressive and rare type of cancer. Dealing with the idea of having a serious illness that endangers my life was not easy. As a daughter of God, death did not represent for me something to fear. I knew that if I had to leave this world it would be for my gain because I would finally be reunited with God, my great love. But it hurt in my soul to think about the pain that my loved ones would have to suffer: my parents and sister, but mainly my husband. It broke my heart to think that there was a possibility that the love of my life would be left alone, a widower at 33 years of age. In prayer, I gave everything to God. I recognized that I did not own anyone and that my beloved belonged to God. I recognized that I was not indispensable and that God would take care of Him. I was later informed of the possible damaging effects of chemotherapy. One of them is sterility due to chemicals damaging the eggs. As it was necessary to start chemotherapy as soon as possible, there was no time to protect the ovum. We chose an alternate fertility treatment that gives hope, but the chances of pregnancy after facing such a treatment are slim. My husband and I have the desire to have children and hope to start a beautiful family. As one can imagine, this news was difficult to cope with, but we learned to trust in God's benevolence and his plans for our lives. A few days before starting the treatment, while studying the book of Exodus, this scripture caught my attention: Worship the Lord your God, and his blessing will be on your food and water. I will take away sickness from among you, and none will miscarry or be barren in your land. I will give you a full life span. Exodus 23:25-26 (NIV) I was surprised that it talked about the three aspects of which I was distraught: sickness, death and sterility. And I felt that God was telling me that He was interested in me, that he was very aware of me, and that he understood what my heart felt. I didn't need to worry about anything, He would take care of everything. This filled me with a lot of peace: God would bless my bread and my water. Soon a great blessing came from God: my family was able to travel from Mexico to Buenos Aires to be with me through this process. By getting the plane tickets at a quarter of the usual price, it was possible to have my family with me in this trial. My parents stayed for two months and God gave me two incredible weeks with the company of my sister, my brother-in-law and my two beautiful nephews. I experienced the love and comfort that only a family can offer. This was definitely an invaluable gift from my heavenly Father. I praise my God for such a beautiful display of his power and his tender love. The treatment was not easy. Being an aggressive cancer, the treatment was also aggressive. I lived moments of strength and others of great weakness. The discomfort prevented me from concentrating, reading my Bible, and praying. My husband read to me and prayed for me when I could no longer on my own. My faith escaped me through such suffering and confusion. I couldn't understand anything and felt distressed by my lack of faith. My husband, friends, and faithful brothers in Christ helped me through these moments by showing me that what I was living was so intense that a state of confusion was unavoidable, but that it would soon pass and I would be able to see things clearly again. At all times, my husband and I felt that God was always close, clearly answering our prayers. I have received a lot of love and support from the church, from my family, from colleagues and friends. God was always with me: days in the hospital, sleepless nights, counting my tears of pain, listening to doctors, receiving chemotherapy, receiving radiotherapy, in every medical study, everywhere and at all times, laughing or crying. He was always with me. I lived the Psalms in my own flesh by feeling the refuge and the tender care of God in the midst of a storm of suffering. Today the test is not over, but I will continue to trust God. He has never left me nor will he ever leave me. Even though I walk through the darkest valley, I will fear no evil, for you are with me; your rod and your staff, they comfort me. Psalm 23:4 (NIV)