Testimonio de Diana Coello
Quiero aprovechar, al escribir estas líneas, para dar gloria a Dios que puede hacer mucho más de lo que pedimos o pensamos (Efesios 3:20)
Dios me ha demostrado estas palabras tantas veces y en diferentes formas en mi vida.
Tengo 24 años de ser una discípula de Jesús, soy originaria de San Pedro Sula donde Dios me dio el honor de ser la primera mujer en bautizarse en la Iglesia Internacional de Cristo en esta ciudad.
Actualmente, me encuentro viviendo en Tegucigalpa la capital de Honduras, desde hace 10 años, donde sirvo como misionera junto con mi amado y maravilloso esposo y nuestras dos bellas hijas, Sofía de 15 años que es discípula y Alessandra de 12 años.
Mi vida ha sido una aventura, porque llevo más de la mitad de ella como discípula y he tenido muchas luchas que enfrentar y superar con ayuda de Cristo.
A lo largo de más de 7 años, he estado viviendo una lucha especial al ser diagnosticada que con una enfermedad autoinmune llamada Lupus erimatoso sistemico.
Este diagnóstico hizo que mi vida diera un giro muy grande emocional, física y espiritualmente; después de las crisis dolorosas sin saber a lo que me enfrentaba, pase momentos de miedo, tristeza, desánimo, dolor al verme acostada en una cama sin poder levantarme, sin poder hacerle frente a cosas simples y cotidianas como bañarme, o tener la fuerza y capacidad para hacer mi trabajo en el reino de la mejor manera o poder atender a mi familia como debería de hacerlo. Experimenté un gran desafío que sacó lo peor y mejor de mi.
Muchos piensan que el Lupus ha sido quizá una desgracia pero yo lo veo como una oportunidad de cambio, la oportunidad de cruzar el puente y encontrarme con una versión mejorada de mi misma.
Esta situación me enseñó a valorar mucho lo que soy, las bendiciones de Dios y las cosas pequeñas de la vida que antes daba por sentado. He aprendido a disfrutar el día a día, a entender que hoy es el día de vivir, abrazar, amar y disfrutar porque mañana no sé si lo podré hacer.
He tenido que aprender a cuidarme, regalarme tiempo de descanso, a consentirme, aprender a vivir en paz conmigo misma y con la gente a mi alrededor.
Vivo agradecida con Dios porque en medio de fuertes dolores, miedos extremos, ansiedad, tristeza e impotencia, Dios siempre me ha enseñado que lo único que necesito es a Él.
Sin embargo, Dios me ha contestado: «Mi amor es todo lo que necesitas. Mi poder se muestra en la debilidad.» Por eso, prefiero sentirme orgulloso de mi debilidad, para que el poder de Cristo se muestre en mí.
2 Corintios 12:9 TLA
Aún sufro crisis solo que ahora me ayudan a tener fe, volver a ser compasiva y a apreciar la vida que tengo no dando por hecho nada sino viviendo agradecida por todo.
Con amor en Cristo
DIANA COELLO