Jesús, Mi Sanador
Karen Alfaro, Lima, Perú
Hola, mi nombre es Karen Alfaro y soy discípula de la Iglesia en Lima, Perú. Tengo 44 años, soy esposa y mamá de dos pequeñas. Hoy quiero compartir contigo lo que Dios hizo por mí para ayudarme a superar una etapa de muchos desafíos en el área emocional y mental. Estoy convencida de que Él utiliza muchas cosas para fortalecer cada área de nuestra vida.
Recuerdo con claridad el 21 de octubre de 2021, un día de ayuno con mi grupo pequeño en la Iglesia de Lima, habíamos estado orando y estudiando el Evangelio de Lucas y la concordancia en el capítulo 4 me llevó a este pasaje en Isaías 61:
1“El Espíritu del Señor Dios está sobre mí,
Porque me ha ungido el Señor
Para traer buenas nuevas a los afligidos.
Me ha enviado para vendar a los quebrantados de corazón,
Para proclamar libertad a los cautivos
Y liberación a los prisioneros.
2 Para proclamar el año favorable del Señor,
Y el día de venganza de nuestro Dios;
Para consolar a todos los que lloran,
3 Para conceder que a los que lloran en Sión
Se les dé diadema en vez de ceniza,
Aceite de alegría en vez de luto,
Manto de alabanza en vez de espíritu abatido;
Para que sean llamados robles de justicia,
Plantío del Señor, para que Él sea glorificado”
Ese día mientras leía y oraba comprendí claramente de que Jesús había venido no sólo a darme su perdón en el bautizo, sino también a liberarme de cargas muy pesadas y profundas que afligían mi corazón, era un yugo que me hacía sufrir. Tenía unas voces internas desde muy joven que me lastimaban vez tras vez y en épocas de vulnerabilidad me arrastraban a lugares de donde me era muy complicado salir. Ciertamente, aun estando bautizada, estas voces estaban hablándome y guiándome muchas veces y en varias ocasiones hasta las confundía con la voz de Dios. Me sentía a menudo culpable, acusada, avergonzada, sentía que no era suficiente, que no era como las demás hermanas, así vivía yo. Tratar de vivir la fe con todas estas cargas, me resultaba muy agotador y desalentador.
Un año antes, justo en plena pandemia, en medio de muchas muertes alrededor, mi abuela materna murió repentinamente estando en mi casa. Ella era la persona más cercana a la que he visto partir, y se fue en mis brazos, después de un paro cardíaco. Todos la lloramos y la despedimos, era alguien muy especial para toda la familia. Lloré con todo mi corazón en su entierro y bueno, luego vino la etapa de duelo.
Un mes después del entierro de mi abuela, empecé a bajar de peso (por cierto durante la Pandemia perdí cerca de siete kilos por ansiedad) y seguidamente empecé a tener un sangrado permanente con dolor y malestar en mi vientre. Tenía una infección severa en el útero, que sanó después de nueve largos meses de tratamiento y exámenes.
Antes de seguir con mi historia, déjame contarte que aunque crecí al lado de mis padres, desarrollé varios esquemas maladaptativos en mi mente. Los esquemas maladaptativos son formas de pensar negativas y dañinas que se generan cuando alguna de las necesidades emocionales básicas en el desarrollo del niño, no se satisfacen. Bueno yo desarrollé los esquemas de: Abandono, Desconfianza, Privación emocional, Imperfección, Apego confuso, Normas inalcanzables, Vulnerabilidad, Subyugación y Autosacrificio, pero en el 2020 no estaba consciente de todo esto, simplemente sentía el impacto de las cosas difíciles que estaban pasando y me activaba emocionalmente. Fueron tantas activaciones emocionales ese año, que mi cuerpo empezó a hablar, sí, mi cuerpo se expresó de diferentes maneras: aparte de la infección severa en mi útero, tuve algunos cambios en el funcionamiento normal de mi estómago, problemas hormonales, ansiedad, palpitaciones, insomnio, baja de peso, etc.
Hay algo que también considero fue bastante perjudicial en esta etapa de mi vida, me refiero a las distorsiones del pensamiento. En realidad, todos tenemos algún tipo de distorsión, pero muchas veces no somos tan conscientes de ellas y nos generan cierto o mucho malestar en la forma cómo vemos el mundo, cómo nos vemos a nosotros mismos, cómo vemos a los demás, y hasta cómo vemos a Dios. Como cristianos, nuestra visión de Dios es fundamental para tener una buena relación con Él. Si llegamos a distorsionar a Dios por nuestros pensamientos, será muy difícil que podamos cogernos fuerte de su amor y su verdad, y eso nos hace más vulnerables a cualquier tipo de ataque. Si deseas conocer más sobre las distorsiones del pensamiento, te animo a consultar con un profesional de la salud mental.
Para octubre del 2020 conocí en carne propia lo que significa tener una crisis de ansiedad. Alguna vez pasaste una noche entera sin dormir? Dos noches sin dormir? Tres noches sin dormir? Es increíble la manera cómo nuestra corteza prefrontal puede bloquearse por la ansiedad y cómo nuestro cuerpo no se regenera cuando dejamos de dormir o no dormimos bien. Recuerdo con pesar que el tercer día sin haber dormido, fue uno de los peores días de mi vida. Ya era imposible controlar mi ansiedad, mi cuerpo estaba deshecho, y tenía a mis dos pequeñas dependiendo de mí y de mi esposo, que para esta etapa también estaba muy desgastado por esto. Algo especial, que recuerdo de ese día es que mis hijas me pedían que cantemos a Dios (estábamos haciendo un proyecto de Escuela en casa debido al distanciamiento social de la Pandemia), y cantábamos juntas mientras por dentro sentía que me derrumbaba. Creo que Dios me sostuvo a través del amor de mis hijas esa mañana, ya para la noche recibí el consejo de una doctora por teléfono y me dijo que necesitaba medicación urgente para dormir. Yo nunca había tomado fármacos para dormir, era totalmente nuevo para mí y sentí miedo por lo que había escuchado sobre la dependencia a las pastillas, pero era tanta mi necesidad que lo hice y esa noche fue lo mejor que pude hacer.
Camino a la recuperación.-
“Como levantó Moisés la serpiente en el desierto, así también tiene que ser levantado el Hijo del Hombre, para que todo el que crea en Él tenga vida eterna” (Juan 3:14-15)
Iniciar la psicoterapia con una frecuencia permanente fue algo súper importante en mi recuperación emocional. Abrir el corazón y la mente y sacar a la luz todos los pensamientos que rumiaba, fue algo necesario para recibir la ayuda. Recuerdo también que no sólo tenía pensamientos catastróficos, de normas inalcanzables, acusación o inseguridad, sino también malos pensamientos respecto a varias personas y situaciones en la Iglesia. Vengo de una familia con valores buenos sobre el trabajo y la solidaridad con el prójimo, pero también con un lado crítico, exigente y acusador. Creo que si no guío mis pensamientos con las Escrituras, esas voces malas me llevarán lejos de Dios y de su Iglesia. Aprendí que conservar pensamientos negativos sobre alguien, es algo que puede dañarte mucho y peor aún si estás cerca de personas que tienen amargura en su corazón, porque al hablar mal de otros o juzgarlos, dañan el corazón de quien escucha. Así que decidí, dejar de escuchar este tipo de conversación y fue una muy buena decisión para mi recuperación emocional y mental.
Mi psicoterapeuta es una hermana muy querida, ella me dio un consejo que fue vital para empezar a salir de toda esta crisis, me dijo: “Haz un estudio sobre cómo Jesús trató a las personas”. Realmente necesitaba hacerlo porque con tantas distorsiones en mi mente y el bloqueo en mi corteza prefrontal, llegué a creer que Dios era alguien impaciente, irritable, castigador, que no me iba a proteger, que estaba decepcionado de mí. Yo sentía que le estaba fallando por estar así y me llenaba de decepción y culpa. Así que tomé una libreta y empecé a buscar el carácter de Jesús con las personas en el Evangelio de Juan y creo que allí empezó mi sanación.
Contemplar cómo Jesús amaba a las personas: hombres, mujeres, extranjeros, maestros, enfermos, fariseos, a sus propios apóstoles en la convivencia con ellos! fue tan inspirador, porque comprendí que así también me trataba a mí. Encontré en Jesús el respeto, la compasión, la valoración y la seguridad que tanto necesitaba en esa etapa de mi vida. Valoro mucho la gran calidez de Jesús con los vulnerables, lo admiro por su misericordia y paciencia con los débiles.
Así es que, mirando a Jesús, empecé a batallar contra mis esquemas maladaptativos y distorsiones del pensamiento, tomando escrituras clave que me permitieron desechar pensamientos falsos y dañinos. Una de las Escrituras que más me ayudó fue: Hebreos 4:14-1
“Por lo tanto, ya que en Jesús, el Hijo de Dios, tenemos un gran sumo sacerdote que ha atravesado los cielos, aferrémonos a la fe que profesamos. Porque no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que ha sido tentado en todo de la misma manera que nosotros, aunque sin pecado. Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir la misericordia y encontrar la gracia que nos ayuden oportunamente”
Con esta escritura, enfrenté mi lado crítico castigador y aún ahora lo sigo haciendo. Tener en mi mente esta escritura mientas oro, me ha permitido renovar mi corazón de tanta acusación mental de mis voces internas. Así Dios me ha fortalecido en esta área de mi vida. Y así como esta escritura, Dios me fue dando varias otras que me han permitido vencer internamente en momentos muy duros, ha sido una batalla tenaz contra mí misma. Tenemos pensamientos tan arraigados, voces de la infancia que están allí dentro de nosotros y que muchas veces nos pueden guiar sin darnos cuenta pero como dice el Espíritu en 2 Corintios 10: 4-6
“Las armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas. Destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para que obedezca a Cristo”
No todo proceso es lineal.-
Los meses siguientes fueron victoriosos. Mi cuerpo fue recuperándose, segregando químicos de bienestar por la alegría que sentía nuevamente de comprender el amor de Dios, su cuidado y la fidelidad que El me había dado. Muchas circunstancias a mi alrededor no habían cambiado, pero estaba aprendiendo a tomar mis pensamientos hacia todo lo bueno, lo amable, lo digno de alabanza, es decir a someterlos a Cristo. Fueron meses de recuperación emocional, física y mental. Sin embargo, era una realidad que había tenido un desgaste físico increíble en ese último año y en el mes de Agosto de 2022, después de haber recibido las dos dosis de la vacuna contra la COVID-19, mi cuerpo empezó nuevamente a sentir mucha vulnerabilidad emocional. En esta etapa, ya no era algo solo en mis pensamientos, sino era mi propio sistema nervioso que no estaba logrando regularse y entré a un cuadro de depresión.
Mucho se sabe hoy sobre este tema, para mí la depresión fue como una sombra oscura que me cubría totalmente, me quitó la chispa de vivir, bloqueó mi mente del gozo de tener a mi Dios, de tener una familia, de estar viva. Creo que puedo comprender un poco más que antes porqué hay personas que llegan al suicidio. Es muy duro. Recuerdo tener días en los que simplemente no quería despertar ni levantarme de la cama, pero con dos niñas esperando el desayuno y un esposo luchando para tener ingresos durante la Pandemia, había que hacerlo. Gracias a Dios por eso! Otros días en los que no podía dormir me iba a la sala a arrodillarme delante de Dios y rogarle que me diera la fuerza para seguir, no es por exagerar pero literalmente yo creo que Dios me cargó en ese tiempo y la fuerza que tenía para seguir sirviendo a mi familia era de Él. En ese tiempo me dediqué completamente a la oración, busqué muchas Escrituras, trataba de perseverar pero ya había llegado a mi límite de esfuerzo, el cuerpo no me ayudaba y entonces mi psicoterapeuta me dijo que necesitaba la ayuda de un psiquiatra.
La idea de ser medicada por un psiquiatra para regular mis emociones y volver a dormir, me avergonzaba, asustaba y me causaba más ansiedad, pensaba en el “qué dirán”, cuestionaba mi fe, tenía mucho miedo y pesar. Recuerdo claramente que me resistía a ver al psiquiatra, tenía prejuicios sobre este tema y a la vez me sentía más vulnerable porque pensaba que ahora iba a tener que depender de medicamentos para estar bien y me preguntaba: en qué va a terminar todo esto? Yo soy joven! Cómo voy a atender a mis hijas? Qué va a decir mi familia? Hasta que llegó un día en el que ya no podía resistir más la ansiedad y la depresión, y me fui a orar clamándole a Dios que me ayudara, sentía que ya no me daban las fuerzas, estaba muy desesperada. Y esa noche terminando mi oración con peticiones muy específicas a Dios, alguien llamó al teléfono fijo de mis padres (el cual nadie usaba) y contestó mi hija de doce años: “mamá, es alguien que quiere hablar sobre Dios” dijo mi pequeña. Bueno, yo contesté y cuando escuché lo que esta persona desconocida me decía sobre Jeremías 29:11 y que había pasado por episodios de ansiedad, que fue medicada años atrás y que las Escrituras le habían ayudado mucho a cambiar su manera de pensar, me quedé sumamente impresionada, confortada con su vulnerabilidad, animada con la Palabra pero sobre todo, en mi interior pensé: “Dios, tú eres real” Cuando recuerdo este episodio viene a mi mente la parte en la Biblia donde Gedeón necesitaba una señal de Dios para sentirse seguro. Esa noche mi fe tomó un matiz que antes no tenía. Las personas que me conocen, saben que busco construir mi fe con las Escrituras no con hechos eventuales o cosas milagrosas que escucho, pero en esta ocasión la respuesta de Dios por medio de esta llamada telefónica alimentó mi fe de una manera diferente y me fui a dormir feliz, sintiéndome cuidada por el único Dios verdadero, quien es capaz de mover cielo y tierra por sus hijos.
Cambio de mente.-
Así se llama el libro que empecé a leer casi al paralelo de mi tratamiento psiquiátrico con una doctora muy empática. El libro está en inglés, se llama “Mind Change” y el autor es un hermano en la fe: Thomas A. Jones, seguramente has escuchado hablar de él.
Entre las muchas cosas increíbles que tiene este libro (lo recomiendo!) algo que rescato de la vida de Tom, es cómo él buscó que las Escrituras cambiaran su mente, aún en circunstancias muy difíciles y es así, el plan de Dios es que seamos ¡Vencedores! Como Cristo venció. Yo con mi esquema de vulnerabilidad desde pequeña, quedé inspirada de conocer cómo este hombre ha podido superar grandes desafíos en su salud y en su vida de una forma tan poderosa! Es increíble ver la lista de héroes en la fe de Hebreos 11, pero también es un regalo de Dios ver la vida de hombres y mujeres hoy en día, que buscan vencer en la fe, que de la mano de Dios superan muchos retos y escenarios que asustan hasta al más valiente.
Creo que Dios me ayudó por medio de Tom, a tener un referente en la actualidad de que la enfermedad no tiene que limitar tu fe ni tu vida en Cristo. Es simplemente, parte de tener un cuerpo mortal en nuestro paso por este mundo.
Mis 10 anclas.-
Para terminar, creo que en estos dos últimos años (acabo de terminar mi tratamiento psiquiátrico) la búsqueda constante de las Escrituras, el clamor en la oración y la ayuda del Espíritu me han permitido encontrar un lugar espiritual seguro en el que puedo vivir. Este lugar es mi nueva mente.
Yo le he llamado a esta construcción: “Mis 10 anclas”
Cada una de ellas tiene una historia de cómo llegó a convertirse en una parte esencial de mi mente. Las he ilustrado y las tengo en la pared de mi dormitorio y en mi cocina, para contemplar cada día lo que Dios hizo por mí en esta etapa de sanación. Yo creo que Él me las dio con todo su amor porque sabía que yo las necesitaba para vivir como Él desea.
Estoy convencida del gran amor que Dios tiene por mí, y por cada ser humano. Lo he visto luchar por mí, lo he visto utilizar tantas cosas para ayudarme, para animarme, para enseñarme a perseverar, para formar el carácter de su Hijo amado y confío en que lo seguirá haciendo.
Estas son mis anclas:
- Dios es compasión (Lucas 15;11-31)
- Estoy en un Pacto de Gracia (Romanos 5:1-11)
- Jesús es muy importante! (Colosenses 1:15-20 y Hebreos 12:2)
- Su Palabra: Lámpara a mis pies (Salmo 19:7)
- El cielo: alegría permanente! (Lucas 10:20)
- Dios puede hacer muchísimo más (Efesios 3:20)
- Me cuido de las preocupaciones (Lucas 8:14)
- Vida con propósito (Romanos 12:1)
- Jesús: el que me defiende y ayuda (1 Juan 2:1-2)
- Cambien su manera de pensar (Romanos 12:2)
Deseo y oro para que lo que he compartido contigo hoy sea de edificación y si puede animar a alguien que esté pasando un tiempo difícil en sus emociones, Amén! Alabo a nuestro Dios que utiliza lo que Él desea para ayudar a sus amados hijos.
Termino este artículo con estas escrituras para reflexionar:
“Ustedes pensaron hacerme mal, pero Dios lo cambió en bien para que sucediera como vemos hoy, y se preservara la vida de mucha gente” (Génesis 50:20)
“Pongan su mirada en Jesús pues de Él proviene nuestra fe y Él es quien la perfecciona” (Hebreos 12:2)
“La ley del Señor es perfecta, que restaura el alma” (Salmo 19:7).
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